http://elespejogotico.blogspot.com/2008/01/que-son-las-runas.html
Balbuceado por Aelfwine
Acercamiento a las Runas.
En otro artículo hemos hablado del origen mitológico de las Runas, en esta ocasión, nos enfocaremos en la parte más técnica de la cuestión.
Las Runas son los símbolos del alfabeto de los pueblos germánicos. Durante más de diez siglos fueron utilizadas para escribir formas arcaicas del sueco, danés, noruego, frisio, inglés, franco y gótico.
Generalmente, las Runas que han sobrevivido el paso de los años son aquellas que fueron inscriptas en anillos, cuchillos, espadas, monedas y piedras. La razón de esto radica en que las Runas no fueron creadas como un alfabeto literario; nunca se las pensó como herramientas para transmitir pensamientos elaborados o filosóficos. La función de las Runas era muy simple: se las utilizaba para escribir conmemoraciones, epitafios, o escuetas declaraciones de autoría.
Las inscripciones rúnicas suelen ser breves; la siguiente, grabada sobre el cuerno de Gallehus, es un buen ejemplo:
Ek Hlewagastir Holtijar horna tawido.
Yo, Hlewagastir, (hijo) de Holti, hice (este cuerno).
Desde luego, existen otras inscripciones algo más expresivas, aunque no tanto como desearían los amantes de las lenguas antiguas; ya que sólo sobreviven algo más de 300 palabras de lo que suele denominarse, con cierta ingenuidad, por cierto, “rúnico antiguo”. Los defensores de esta hipótesis sostienen que el rúnico es el ancestro perdido del antiguo escandinavo. Nosotros, que sólo podemos juzgar a través de nuestros modestos conocimientos, no podríamos encolumnarnos detrás de este grupo de eruditos entusiastas.
El Origen de las runas.
El origen de las runas ha sido un tema de debate durante años; y naturalmente, existen varias teorías diferentes sobre su procedencia.
Algunos estudiosos han intentado demostrar que las runas proceden del alfabeto latino o del griego; e incluso se ha sugerido que su origen hay que hallarlo en los alfabetos noritálicos utilizados por los etruscos.
El investigador danés Erik Moltke ha asegurado que las runas son obra de tribus germánicas que habitaban las tierras al sur de Dinamarca, y aunque sus estudios son verdaderamente impresionantes, tanto por la profundidad como por la vastedad de sus pesquisas, la verdad es que ninguna de estas hipótesis ha sido probada debidamente.
La Era de las Runas.
Casi todos los especialistas coinciden en afirmar que las runas deben haber sido creadas alrededor del año 100 a.c.
La mayoría de las inscripciones rúnicas han sido encontradas es Suecia, Noruega, Dinamarca y Alemania; y por esta razón se argumenta que su procedencia puede encontrarse dentro de estas regiones, pero lo cierto es que también se han encontrado runas en lugares tan insólitos como Rumania, o Hungría.
Las Runas nunca se asentaron definitivamente en ningún territorio, siempre fueron mutando cuando nuevas mentes las utilizaron: Anglos y Sajones las llevaron desde el continente hasta Inglaterra; y los vikings incluso se aventuraron con ellas a regiones aún más inhóspitas. Un claro ejemplo de esto es la inscripción que puede leerse en el suelo de mármol de la catedral de Hagia Sophia, en Estambul. Los siglos han erosionado la mayor parte de las runas, pero el nombre del artista aún pervive: Halfdan.
Las Runas comenzaron a perder terreno con la llegada del cristianismo, quien portaba entre sus seductoras dotes todo el poder expresivo del alfabeto romano. En Inglaterra se las abandonó alrededor del año 1000 d.c. En Escandinavia, las runas continuaron siendo utilizadas hasta bien entrada la edad media, y se las sigue utilizando con fines anticuarios hasta nuestro días.
Formas y Características.
Las Runas deben su apariencia angular al hecho de que fueron pensadas para ser talladas en superficies duras, lo cual facilitaba su uso.
Probablemente, la madera fue el material más utilizado para escribir con runas. Lamentablemente, la madera no se conserva bien con los siglos; por lo que la mayoría de las runas que han llegado hasta nosotros son aquellas que han sido talladas en materiales más resistentes al tiempo.
Alfabeto Rúnico.
El alfabeto de las runas recibe el nombre de futharc, debido a las primeras seis letras que lo conforman. En Inglaterra, con una nueva runa que correspondía a la letra “o”, reemplazaron en el cuarto lugar del alfabeto anglosajón a la runa “a” germánica; por esta razón, el alfabeto anglosajón recibe el nombre “futhorc”.
Como muchos otros alfabetos, el rúnico sigue el principio acrofónico. Esta complicada denominación consiste en que: a cada runa le corresponde un nombre cuyo primer sonido es (en la mayoría de los casos) el de la runa al que está asociado.
Estos nombres surgen por primera vez en los manuscritos medievales, pero en realidad son mucho más antiguos. El orden de las letras no debe ser arbitrario, y es posible que pertenezca a alguna herramienta literaria que se ha perdido.
Wednesday, April 15, 2009
Tuesday, April 7, 2009
Robin Hood
http://es.wikipedia.org/wiki/Robin_Hood
Robin Hood es un arquetípico héroe del folclore inglés medieval. Su nombre significa “Petirrojo la capucha” o “Petirrojo de la Capucha”. /Petirrojo con capucha/
Según la leyenda, Robin Hood era un varón de gran corazón que vivía fuera de la ley escondido en el Bosque de Sherwood y de Barnsdale, cerca de la ciudad de Nottingham. Hábil arquero, defensor de los pobres y oprimidos, luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan Sin Tierra, que utilizaban la fuerza pública para acaparar ilegítimamente las riquezas de los nobles que se le oponían. Roba a los enriquecidos ilegítimamente y distribuye el botín entre los pobres y las víctimas.
Los historiadores buscaron ávidamente un Robin Hood real, y encontraron personajes con nombres parecidos, que bien pudieron ser el legendario bandido, aunque en épocas posteriores al reinado de Juan sin Tierra.
Las investigaciones de Joseph Hunter revelaron que un hombre llamado Hood vivió en Locksley y Wakefield, en el condado de York. Era hijo de un guardabosques al servicio de un noble, y había nacido en 1290. En 1322, Thomas, conde de Lancaster, alzó en armas a sus súbditos, entre los que se contaba Bob o Robin Hood, contra el Rey Eduardo II de Inglaterra. La rebelión fue aplastada y se supone que Robin se refugió en el bosque de Barnsdale, lindante con el de Sherwood. Se supone también que Robin atacó constantemente a los comerciantes que atravesaban los bosques, hasta que el propio rey y otros nobles, disfrazados de monjes, fueron por él y lograron que el bandido prometiera fidelidad al soberano. Todas estas suposiciones adosadas a los datos sobre la existencia de un Robin Hood en tiempos de Eduardo II, fueron recogidas en La pequeña gesta de Robin Hood, publicada mucho después, en 1459. El Robin histórico reaparece en registros de 1324, que prueban que recibió salarios en el palacio real. La leyenda dice por su parte que este Robin volvió a los bosques para continuar sus aventuras, hasta que, herido de muerte, se refugia en el convento de Kirklees. Antes de expirar, dispara con su arco a través de una ventana y pide que lo entierren donde caiga esa flecha. Cerca del convento, una antigua lápida señala el lugar en el que supuestamente cayó la flecha y Robin fue sepultado.
Los datos históricos arrojan como posibles personajes en los que se habría inspirado la leyenda a algunos nobles autoproscriptos. También a simples hombres de pueblo. Entre el reinado de Juan, rey de Inglaterra entre 1199 y 1216, y la aparición de las primeras baladas en el siglo XV, parece haber registros de una decena de bandidos que usaron el apelativo Robin Hood, al punto de que los historiadores creen que era la forma en que se denominaba genéricamente a los bandoleros de los bosques. En el siglo XVIII, el doctor William Stukele atribuyó la personalidad de Robin Hood al noble Robert de Kyme, quien vivió entre 1210 y 1286. Cronológicamente, debió actuar como bandido después del reinado de Juan. En 1936, fueron publicados documentos en los que consta que en 1226 se vendieron en York muebles y enseres de un fugitivo llamado Robin Hood.
Este marco histórico permite suponer que la leyenda se inspira en la existencia de bandas armadas formadas por campesinos y leñadores que se dedicaban tanto al pillaje como a hostigar a la nobleza, luego del triunfo de la invasión normanda, en el siglo XI.
En junio de 2006, arqueólogos británicos de la Universidad de Sheffield dicen haber ubicado las ruinas de la vivienda de Robin Hood en el condado de South Yorkshire, cuestionando la tradición que afirmaba que el legendario héroe medieval había vivido en los bosques de Sherwood, en el norte de Inglaterra.
El equipo de expertos halló las ruinas de un castillo cerca de South Yorkshire y no en el condado de Nottingham, donde hasta ahora se creía había vivido el mítico personaje. La noticia puede tener un impacto negativo para Nottingham y el bosque de Sherwood, que reciben cada año miles de visitantes de todo el mundo, interesados en la vida de Robin Hood.
También se cree que su nombre era Robin Earl Huntington, aunque también conocido como Robin de Locksley.
Robin Hood y los mitos
Según las opiniones de Robert Graves, Robin no es el diminutivo de Robert ni tampoco significaba originalmente al petirrojo (llamado en inglés, precísamente, robin) sino que sería un antiguo nombre céltico cuyo significado era el de carnero (robinet) como se llama aún robinete, robinet, rubinetto a los grifos de algunas fuentes públicas adornadas por una figura con cuernos.
Por su parte Hood (o Hud) – siempre según Graves– no correspondía a la capucha; ha sido el nombre dado al leño (en inglés actual wood) tallado de una encina sagrada y quemado para las fiestas rituales de la primavera europea (en el mes de mayo); en tal leño se suponía la existencia de un insecto, como un "piojo", que era llamado también "hood"; se suponía que tal "piojo" lograba saltar junto a las chispas del fuego, quedando así alegremente siempre libre del peligro.
Argumento de Robin Hood
Roberto Fitz Ooth se va a casar con la bella Matilde Gilewater, hija del barón dr Arlongford. Pero la ceremonia es interrumpida por una banda de soldados del Príncipe Juan irrumpiendo en la capilla y declara Roberto Fitz Ooth "un hombre fuera de la ley". Este consigue escaparse con sus fieles amigos y compañeros y se refugia en el bosque de Sherwood, convirtiéndose así en Robin Hood. Matilde, encerrada con su propio padre, se escapa y se reúne con su novio, seguida por el cura-confesor, el Hermano Miguel, que cambiará de nombre después. Mientras tanto, el príncipe Juan se enamora de Matilde, la busca desesperadamente y quema el castillo de su padre. Después de mil aventuras en el bosque, Robin Hood y sus amigos encuentran un caballero desconocido: el Rey Ricardo vuelve de la Tierra Santa. Devuelve sus títulos nobiliarios a Robin y los demás perseguidos y puede, por fin, desposar a su amada.
Fuentes literarias
La primera mención manuscrita de Robin Hood se encuentra en Pedro el Labrador (Piers Plowman) de William Langland en 1377, donde el sacerdote Sloth, declara: “Conozco las rimas de Robin Hood”. Años más tarde, el cronista escocés John Fordun escribe que de los personajes de baladas, Robin Hood “es el que más me gusta”.
Al comienzo del siglo XVI, cuando se imprimen numerosas baladas, Robin aparece en ellas como un caballero (gentleman), nombre dado en esta época a los comerciantes o granjeros independientes. Será recién hacia fines del siglo que adquiere un título de nobleza y toma el nombre de «Robin de Locksley», o «Robert Fitz Ooth, conde de Huntington», y comienza a ser un personaje situado alrededor de 1190, cuando el rey Ricardo Corazón de León parte hacia Jerusalén en la Tercera Cruzada. La asociación romántica con Marian (o Marión, a veces también llamada Matilde) data de este período. El poeta romántico John Keats la menciona como personaje central en el poema que dedicó a Robin Hood a comienzos del siglo XIX.
Es en este siglo que Robin Hood se vuelve un rebelde sajón que combate a los señores normandos y aparece en Ivanhoe (1820), de Walter Scott. El novelista recrea esta época en su novela, que narra los conflictos entre los normandos y los antiguos sajones. Allí aparece Robin de Locksley, con su gavilla de arqueros, aliado al héroe del relato, un noble sajón que regresa de una Cruzada en la que combatió junto con Ricardo Corazón de León, hermano de Juan.
En la obra de Howard Pyle, Las aventuras de Robin Hood 1883, excepto Marian, están todos los personajes que luego aparecen en las incontables adaptaciones de la leyenda.
Las diferentes recreaciones incluyen más o menos los mismos episodios: el encuentro de Robin con el Pequeño Juan en el bosque y el combate con palos sobre un tronco que atraviesa un arroyo; la aparición del pícaro fraile Tuck en el bosque y su captura; la burla de Robin al sheriff en el concurso de arqueros, en el que Robin participa disfrazado de mendigo tuerto; el rescate de Will Stutely; un gran número de batallas con los hombres del sheriff; el regreso del rey justo, Ricardo Corazón de León y el casamiento con Marian.
Desde la Edad Media a nuestros días, canciones y baladas, piezas de teatro y comedias musicales, películas y series de televisión, han ido construyendo un mito de acuerdo a sus respectivas épocas. Entonces vemos a Marian jugar tanto el papel de una guerrillera como el de una jovencita sumisa, o, el mismo Robin, presentado ya sea como un bandido o como un resistente que combate por una causa justa.
Cronología de primeras menciones
Hacia 1377: Primera mención de Robin (Robyn Hood). Willliam Langland: Pedro el labrador.
Hacia 1450: Primeras baladas conocidas sobre Robin Hood.
1795: Primera compilación importante de antiguas baladas. Joseph Ritson: Robin Hood: A Collection of all the Ancient Poems, Songs and Ballads, now extant, relative to that celebrated Outlaw
1819: Primera mención novelística Walter Scott: Ivanhoe (novela). Aunque en la novela se llama Robin de Locksley.
1838: Primer folletín aparecido en un periódico británico por Pierce Egan the Younger: Robin Hood and Little John o, The Merry Men of Sherwood Forest.
1863: Alejandro Dumas : El Príncipe de los Ladrones y Robin Hood el Proscrito.
1883: Primer clásico de la literatura infantil. Howard Pyle: Las aventuras de Robin Hood.
1891: Primera opereta en Estados Unidos. Reginald DeKoven (música) y Harry B. Smith (libreto): Robin Hood.
1908: Primera película. Película británica muda realizada por Percy Stow: Robin Hood and His Merry Men.
1936: Primer dibujo animado en The Toronto Telegram. Ted McCall (escenario) y Charles Snelgrove (dibujos): Robin Hood and Company.
Robin Hood es un arquetípico héroe del folclore inglés medieval. Su nombre significa “Petirrojo la capucha” o “Petirrojo de la Capucha”. /Petirrojo con capucha/
Según la leyenda, Robin Hood era un varón de gran corazón que vivía fuera de la ley escondido en el Bosque de Sherwood y de Barnsdale, cerca de la ciudad de Nottingham. Hábil arquero, defensor de los pobres y oprimidos, luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan Sin Tierra, que utilizaban la fuerza pública para acaparar ilegítimamente las riquezas de los nobles que se le oponían. Roba a los enriquecidos ilegítimamente y distribuye el botín entre los pobres y las víctimas.
Los historiadores buscaron ávidamente un Robin Hood real, y encontraron personajes con nombres parecidos, que bien pudieron ser el legendario bandido, aunque en épocas posteriores al reinado de Juan sin Tierra.
Las investigaciones de Joseph Hunter revelaron que un hombre llamado Hood vivió en Locksley y Wakefield, en el condado de York. Era hijo de un guardabosques al servicio de un noble, y había nacido en 1290. En 1322, Thomas, conde de Lancaster, alzó en armas a sus súbditos, entre los que se contaba Bob o Robin Hood, contra el Rey Eduardo II de Inglaterra. La rebelión fue aplastada y se supone que Robin se refugió en el bosque de Barnsdale, lindante con el de Sherwood. Se supone también que Robin atacó constantemente a los comerciantes que atravesaban los bosques, hasta que el propio rey y otros nobles, disfrazados de monjes, fueron por él y lograron que el bandido prometiera fidelidad al soberano. Todas estas suposiciones adosadas a los datos sobre la existencia de un Robin Hood en tiempos de Eduardo II, fueron recogidas en La pequeña gesta de Robin Hood, publicada mucho después, en 1459. El Robin histórico reaparece en registros de 1324, que prueban que recibió salarios en el palacio real. La leyenda dice por su parte que este Robin volvió a los bosques para continuar sus aventuras, hasta que, herido de muerte, se refugia en el convento de Kirklees. Antes de expirar, dispara con su arco a través de una ventana y pide que lo entierren donde caiga esa flecha. Cerca del convento, una antigua lápida señala el lugar en el que supuestamente cayó la flecha y Robin fue sepultado.
Los datos históricos arrojan como posibles personajes en los que se habría inspirado la leyenda a algunos nobles autoproscriptos. También a simples hombres de pueblo. Entre el reinado de Juan, rey de Inglaterra entre 1199 y 1216, y la aparición de las primeras baladas en el siglo XV, parece haber registros de una decena de bandidos que usaron el apelativo Robin Hood, al punto de que los historiadores creen que era la forma en que se denominaba genéricamente a los bandoleros de los bosques. En el siglo XVIII, el doctor William Stukele atribuyó la personalidad de Robin Hood al noble Robert de Kyme, quien vivió entre 1210 y 1286. Cronológicamente, debió actuar como bandido después del reinado de Juan. En 1936, fueron publicados documentos en los que consta que en 1226 se vendieron en York muebles y enseres de un fugitivo llamado Robin Hood.
Este marco histórico permite suponer que la leyenda se inspira en la existencia de bandas armadas formadas por campesinos y leñadores que se dedicaban tanto al pillaje como a hostigar a la nobleza, luego del triunfo de la invasión normanda, en el siglo XI.
En junio de 2006, arqueólogos británicos de la Universidad de Sheffield dicen haber ubicado las ruinas de la vivienda de Robin Hood en el condado de South Yorkshire, cuestionando la tradición que afirmaba que el legendario héroe medieval había vivido en los bosques de Sherwood, en el norte de Inglaterra.
El equipo de expertos halló las ruinas de un castillo cerca de South Yorkshire y no en el condado de Nottingham, donde hasta ahora se creía había vivido el mítico personaje. La noticia puede tener un impacto negativo para Nottingham y el bosque de Sherwood, que reciben cada año miles de visitantes de todo el mundo, interesados en la vida de Robin Hood.
También se cree que su nombre era Robin Earl Huntington, aunque también conocido como Robin de Locksley.
Robin Hood y los mitos
Según las opiniones de Robert Graves, Robin no es el diminutivo de Robert ni tampoco significaba originalmente al petirrojo (llamado en inglés, precísamente, robin) sino que sería un antiguo nombre céltico cuyo significado era el de carnero (robinet) como se llama aún robinete, robinet, rubinetto a los grifos de algunas fuentes públicas adornadas por una figura con cuernos.
Por su parte Hood (o Hud) – siempre según Graves– no correspondía a la capucha; ha sido el nombre dado al leño (en inglés actual wood) tallado de una encina sagrada y quemado para las fiestas rituales de la primavera europea (en el mes de mayo); en tal leño se suponía la existencia de un insecto, como un "piojo", que era llamado también "hood"; se suponía que tal "piojo" lograba saltar junto a las chispas del fuego, quedando así alegremente siempre libre del peligro.
Argumento de Robin Hood
Roberto Fitz Ooth se va a casar con la bella Matilde Gilewater, hija del barón dr Arlongford. Pero la ceremonia es interrumpida por una banda de soldados del Príncipe Juan irrumpiendo en la capilla y declara Roberto Fitz Ooth "un hombre fuera de la ley". Este consigue escaparse con sus fieles amigos y compañeros y se refugia en el bosque de Sherwood, convirtiéndose así en Robin Hood. Matilde, encerrada con su propio padre, se escapa y se reúne con su novio, seguida por el cura-confesor, el Hermano Miguel, que cambiará de nombre después. Mientras tanto, el príncipe Juan se enamora de Matilde, la busca desesperadamente y quema el castillo de su padre. Después de mil aventuras en el bosque, Robin Hood y sus amigos encuentran un caballero desconocido: el Rey Ricardo vuelve de la Tierra Santa. Devuelve sus títulos nobiliarios a Robin y los demás perseguidos y puede, por fin, desposar a su amada.
Fuentes literarias
La primera mención manuscrita de Robin Hood se encuentra en Pedro el Labrador (Piers Plowman) de William Langland en 1377, donde el sacerdote Sloth, declara: “Conozco las rimas de Robin Hood”. Años más tarde, el cronista escocés John Fordun escribe que de los personajes de baladas, Robin Hood “es el que más me gusta”.
Al comienzo del siglo XVI, cuando se imprimen numerosas baladas, Robin aparece en ellas como un caballero (gentleman), nombre dado en esta época a los comerciantes o granjeros independientes. Será recién hacia fines del siglo que adquiere un título de nobleza y toma el nombre de «Robin de Locksley», o «Robert Fitz Ooth, conde de Huntington», y comienza a ser un personaje situado alrededor de 1190, cuando el rey Ricardo Corazón de León parte hacia Jerusalén en la Tercera Cruzada. La asociación romántica con Marian (o Marión, a veces también llamada Matilde) data de este período. El poeta romántico John Keats la menciona como personaje central en el poema que dedicó a Robin Hood a comienzos del siglo XIX.
Es en este siglo que Robin Hood se vuelve un rebelde sajón que combate a los señores normandos y aparece en Ivanhoe (1820), de Walter Scott. El novelista recrea esta época en su novela, que narra los conflictos entre los normandos y los antiguos sajones. Allí aparece Robin de Locksley, con su gavilla de arqueros, aliado al héroe del relato, un noble sajón que regresa de una Cruzada en la que combatió junto con Ricardo Corazón de León, hermano de Juan.
En la obra de Howard Pyle, Las aventuras de Robin Hood 1883, excepto Marian, están todos los personajes que luego aparecen en las incontables adaptaciones de la leyenda.
Las diferentes recreaciones incluyen más o menos los mismos episodios: el encuentro de Robin con el Pequeño Juan en el bosque y el combate con palos sobre un tronco que atraviesa un arroyo; la aparición del pícaro fraile Tuck en el bosque y su captura; la burla de Robin al sheriff en el concurso de arqueros, en el que Robin participa disfrazado de mendigo tuerto; el rescate de Will Stutely; un gran número de batallas con los hombres del sheriff; el regreso del rey justo, Ricardo Corazón de León y el casamiento con Marian.
Desde la Edad Media a nuestros días, canciones y baladas, piezas de teatro y comedias musicales, películas y series de televisión, han ido construyendo un mito de acuerdo a sus respectivas épocas. Entonces vemos a Marian jugar tanto el papel de una guerrillera como el de una jovencita sumisa, o, el mismo Robin, presentado ya sea como un bandido o como un resistente que combate por una causa justa.
Cronología de primeras menciones
Hacia 1377: Primera mención de Robin (Robyn Hood). Willliam Langland: Pedro el labrador.
Hacia 1450: Primeras baladas conocidas sobre Robin Hood.
1795: Primera compilación importante de antiguas baladas. Joseph Ritson: Robin Hood: A Collection of all the Ancient Poems, Songs and Ballads, now extant, relative to that celebrated Outlaw
1819: Primera mención novelística Walter Scott: Ivanhoe (novela). Aunque en la novela se llama Robin de Locksley.
1838: Primer folletín aparecido en un periódico británico por Pierce Egan the Younger: Robin Hood and Little John o, The Merry Men of Sherwood Forest.
1863: Alejandro Dumas : El Príncipe de los Ladrones y Robin Hood el Proscrito.
1883: Primer clásico de la literatura infantil. Howard Pyle: Las aventuras de Robin Hood.
1891: Primera opereta en Estados Unidos. Reginald DeKoven (música) y Harry B. Smith (libreto): Robin Hood.
1908: Primera película. Película británica muda realizada por Percy Stow: Robin Hood and His Merry Men.
1936: Primer dibujo animado en The Toronto Telegram. Ted McCall (escenario) y Charles Snelgrove (dibujos): Robin Hood and Company.
HISTORIA DE LOS ANGELES CAIDOS O DEMONIOS
Antes de admitir a los Angeles a la visión plena de Su Gloria (Visión Beatífica), Dios los sometió a una prueba, al igual que el hombre tuvo su prueba.
La naturaleza de la prueba no se conoce con certeza, pero muchos teólogos sostienen que el Padre Eterno reveló a los Angeles la futura Encarnación de Su Divino Hijo, y les hizo saber que al Dios-hecho-Hombre deberían rendir adoración.
Luzbel, uno de los más gloriosos, elevados y bellos Angeles de la Corte Celestial, deslumbrado y ofuscado por el orgullo, habiéndose atribuido a sí mismo los maravillosos dones con que el Creador lo había dotado, se rebeló contra Dios, no aceptó el supremo dominio del Señor y se constituyó así en el "adversario" de su Creador levantando su gran grito de rebelión y de batalla: "No serviré" (Jer. 2, 20). "Seré igual al Altísimo" (Is. 14, 14). Muchos Angeles le siguieron en su orgullo. Se dice que hasta un tercio de ellos (ver Ap. 12, 4) . Pero en ese momento otro gran Arcángel, igual en belleza y gracia que el arrogante Lucifer, se postró ante el Trono de Dios y, en un acto de adoración profunda, opuso al grito de batalla de Lucifer uno de amor y lealtad: "¿Quién como Dios?" ("Miguel").
Y es así como San Miguel Arcángel obtuvo su nombre con su grito de fidelidad, y es así como Luzbel se constituyó él mismo en Lucifer, "Satanás" ("adversario"), el Enemigo, el Diablo. A éste se han aplicado las palabras del Profeta Isaías: "¿Cómo caíste desde el Cielo, estrella brillante, hijo de la Aurora? ¿Cómo tú, el vencedor de las naciones, has sido derribado por tierra? En tu corazón decías: 'Subiré hasta el Cielo, y levantaré mi trono encima de las estrellas de Dios ... subiré a la cumbre de las nubes, seré igual al Altísimo' Mas ¡ay! has caído en las honduras del abismo." (Is.14, 12-15). (Según los exégetas estas palabras son una parábola alusiva directamente al Rey de Babilonia e indirectamente a Satanás, cuyo espíritu y acciones se reflejaban en la conducta del Rey)
La conclusión de esta batalla entre los Angeles Buenos y los ángeles malos se encuentra en el Apocalipsis (12, 7-10): "En ese momento empezó una batalla en el Cielo: Miguel y sus Angeles combatieron contra el Monstruo. El Monstruo se defendía apoyado por sus ángeles, pero no pudieron resistir, y ya no hubo lugar para ellos en el Cielo. Echaron, pues, al enorme Monstruo, a la Serpiente antigua, al Diablo o Satanás, como lo llaman, al seductor del mundo entero, lo echaron a la tierra y a sus ángeles con él".
Dice San Pedro: "Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los encerró en cavernas tenebrosas, arrojándolos al Infierno" (2a. Pe. 2, 4). "No hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los seres humanos después de la muerte" (San Juan Damasceno). Y el Catecismo nos dice que no fue por un defecto de la Misericordia Divina que el pecado de los ángeles caídos no fuera perdonado, sino debido al carácter irrevocable de su elección. (cfr. CIC 392 y 393).
Monday, April 6, 2009
Las hadas en la literatura
Escrito por Pilar Guiroy
Las hadas aparecen en los romances medievales como seres que un caballero errante puede llegar a encontrar en su camino. Un hada se le apareció a Sir Launfal y le exigió su amor; como la esposa hada del folclore, ella le impuso una promesa que con el tiempo el caballero quebrantaría. La esposa de Sir Orfeo por su parte fue secuestrada por el rey de las hadas. Huon de Bordeaux es auxiliado por el rey Oberon. Estos personajes mágicos disminuyeron en número a medida que la edad media progresaba; se convirtieron en hechiceras y magos.
Morgan Le Fey por ejemplo, cuya conexión con el reino de las hadas está implícita en su nombre, en “La muerte de Arturo” es una mujer cuyos poderes mágicos provienen del estudio. A pesar de este decrecimiento temporal y progresivo de las hadas, nunca llegaron a desaparecer de la tradición. Sir Gawain y el caballero Verde es un relato tardío, pero el mismo caballero verde es un ser sobrenatural. Edmund Spenser pone de relieve a las hadas en su obra, “La reina de las hadas ”. Por otra parte, en muchas obras de ficción las hadas se mezclan libremente con las ninfas y los sátiros de la tradición clásica, mientras que en otras (ej.: Lamia) desplazaban a las criaturas clásicas.
Las pequeñas e inofensivas hadas fueron retratadas por Shakespeare en Sueño de una noche de verano, y por Mihael Drayton en su Ninfidia; de estos surgieron las sílfides de Alexander Pope en La violación del candado, y también las hadas florales de la época victoriana.
Las preciosistas tomaron la tradición oral de estas narraciones para escribir cuentos de hadas : Madame d’Aulnoy inventó la expresión contes de fee (cuentos de hadas ). Mientras que los cuentos de las preciosistas incluían a muchas hadas, eran menos comunes en las narraciones de otros países.
Por ejemplo, los hermanos Grimm incluyeron hadas en su primera edición de cuentos, pero decidieron que no eran algo auténticamente alemán y alteraron el lenguaje en ediciones posteriores, cambiando “Fee” (hada) por “hechicera” o “mujer sabia”. J. R. R. Tolkien describió el lugar donde tomaban acción estos cuentos como la tierra de las hadas . Además, no todas las historias que cuentan con hadas en ellas son necesariamente catalogadas como cuentos de hadas .
Las hadas en la literatura tomaron nueva vida con el Romanticismo. Escritores como Sir Walter Scott y James Hogg fueron inspirados por el folclore de las hadas . Este momento histórico vivió un incremento en la popularidad del folclore de estos seres y en la creación de obras originales con personajes de esta especie. El período también revivió antiguos temas de la literatura fantástica, como las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis, que, a la vez que reunían seres clásicos como faunos y dríadas, también las mezclaban con duendes, gigantes, y otras criaturas de la tradición folclórica de las hadas.
Las hadas aparecen en los romances medievales como seres que un caballero errante puede llegar a encontrar en su camino. Un hada se le apareció a Sir Launfal y le exigió su amor; como la esposa hada del folclore, ella le impuso una promesa que con el tiempo el caballero quebrantaría. La esposa de Sir Orfeo por su parte fue secuestrada por el rey de las hadas. Huon de Bordeaux es auxiliado por el rey Oberon. Estos personajes mágicos disminuyeron en número a medida que la edad media progresaba; se convirtieron en hechiceras y magos.
Morgan Le Fey por ejemplo, cuya conexión con el reino de las hadas está implícita en su nombre, en “La muerte de Arturo” es una mujer cuyos poderes mágicos provienen del estudio. A pesar de este decrecimiento temporal y progresivo de las hadas, nunca llegaron a desaparecer de la tradición. Sir Gawain y el caballero Verde es un relato tardío, pero el mismo caballero verde es un ser sobrenatural. Edmund Spenser pone de relieve a las hadas en su obra, “La reina de las hadas ”. Por otra parte, en muchas obras de ficción las hadas se mezclan libremente con las ninfas y los sátiros de la tradición clásica, mientras que en otras (ej.: Lamia) desplazaban a las criaturas clásicas.
Las pequeñas e inofensivas hadas fueron retratadas por Shakespeare en Sueño de una noche de verano, y por Mihael Drayton en su Ninfidia; de estos surgieron las sílfides de Alexander Pope en La violación del candado, y también las hadas florales de la época victoriana.
Las preciosistas tomaron la tradición oral de estas narraciones para escribir cuentos de hadas : Madame d’Aulnoy inventó la expresión contes de fee (cuentos de hadas ). Mientras que los cuentos de las preciosistas incluían a muchas hadas, eran menos comunes en las narraciones de otros países.
Por ejemplo, los hermanos Grimm incluyeron hadas en su primera edición de cuentos, pero decidieron que no eran algo auténticamente alemán y alteraron el lenguaje en ediciones posteriores, cambiando “Fee” (hada) por “hechicera” o “mujer sabia”. J. R. R. Tolkien describió el lugar donde tomaban acción estos cuentos como la tierra de las hadas . Además, no todas las historias que cuentan con hadas en ellas son necesariamente catalogadas como cuentos de hadas .
Las hadas en la literatura tomaron nueva vida con el Romanticismo. Escritores como Sir Walter Scott y James Hogg fueron inspirados por el folclore de las hadas . Este momento histórico vivió un incremento en la popularidad del folclore de estos seres y en la creación de obras originales con personajes de esta especie. El período también revivió antiguos temas de la literatura fantástica, como las crónicas de Narnia, de C. S. Lewis, que, a la vez que reunían seres clásicos como faunos y dríadas, también las mezclaban con duendes, gigantes, y otras criaturas de la tradición folclórica de las hadas.
La escuela de las Hadas
por Estrella Cardona Gamio
Sinceramente, nunca hubiera pensado que las hadas tuvieran que ir a la escuela y eso que en ¿Crees en las hadas?, suponíamos haber hablado de todo cuanto a ellas hace referencia, historia, leyendas, hábitat, costumbres, etc., etc., pero estaba equivocada porque me había olvidado -y tratándose de hadas no es aconsejable olvidarse-, de que, con el transcurso del tiempo, las hadas se han ido actualizando a través del único medio por el que llegan hasta nosotros: los libros.
En los albores del siglo pasado, James M. Barrie ya dio la voz de alerta, que pasó bastante inadvertida por cierto, al afirmar a través de Peter Pan y Wendy, aquello de que las hadas nacían cuando un bebé reía por vez primera pues su risa, al quebrarse en mil pedazos, se convertía en otras tantas mágicas criaturas. El procedimiento no era el clásico establecido, pero gustó, y después, imperceptiblemente, y siempre a través de los cuentos, las hadas han ido adquiriendo la mayoría de edad en nuestro mundo real, y digo en nuestro mundo real, porque ellas en el suyo ya la alcanzaron hace muchos siglos al existir en otro plano diferente, y son muy ancianas y son muy jóvenes al mismo tiempo como esa luz que procede de las estrellas y que imaginamos ver hoy cuando en realidad tiene cientos, miles o millones de años de antigüedad.
Las hadas modernas no habían llegado todavía cuando dejé atrás la infancia, pero vinieron, poco a poco, lentamente, de puntillas casi y sin cambiar un ápice su condición; eran ellas, las de siempre, volaban, eran portadoras de varitas mágicas y seguían ayudando a los mortales de una manera callada e invisible, pero yo, como Wendy, había crecido, sin embargo, ellas estaban allí y los cuentos de hadas contemporáneos se hicieron eco de su presencia a través de mil y una publicaciones ilustradas con maravillosos dibujos a cual más encantador, y hubo historias de hadas y las hadas fueron de compras y surgió un catálogo para hadas de la mano de Sally Gardner, por dar sólo un pequeño ejemplo de esa revolución, en la que el dibujo era la historia y la historia era el dibujo aunque texto no faltara, y las niñas aceptaron a estas hadas tan modernas... tan modernas, en una variante recién acuñada, incluso como para que fueran a la escuela; se puede nacer hada o aprender a serlo... Supongo que el señor Barrie se sentiría desconcertado ante la innovación.
Existe un cuento, escrito por Conrado Nalé Roxlo y publicado en 1963, que se titula La escuela de las hadas y que desde entonces ha conocido muchas ediciones debido al éxito conseguido entre el público infantil. El cuento, magníficamente ilustrado por Mónica Pironio, Colihue 2002, es una historia sencilla y deliciosa que nos explica como una niña, Cordelia, llega a convertirse en hada yendo a una escuela muy especial que dirige el propio Merlín, aunque ella no vaya premeditadamente sino por casualidad al extraviarse en el bosque, y no sigo contando porque de lo contrario ya la sabrías y eso no vale, pues hay que leerla entera.
Sólo te ofreceré una pequeña muestra que viene a unirse en principio a las teorías de Barrie respecto al nacimiento incomprensible de estos seres feéricos, ya que es así como empieza La escuela de las hadas:
Las hadas tienen orígenes muy diferentes. Pueden nacer del huevo azul que ponen las golondrinas cuando en la alta y oscura noche se rozan sus alas con las del Ángel de la Guarda, del agua de una fuente que haya oído cantar a los niños la misma zonda durante cien años... Pero no quiero hablar ahora de las hadas de origen misterioso, sino de cómo puede llegar a serlo cualquier niña con mucho menos trabajo que aprobar el segundo grado. Sólo hace falta un poco de suerte...
© C. Cardona Gamio Ediciones 2006
Origen de las hadas
Escrito por Pilar Guiroy
Las personas que creían en la existencia de las hadas a menudo nos les otorgaban un origen definitivo, y las explicaciones sobre el mismo varían según la cultura, la región y el tiempo.
Una creencia popular decía que las hadas venían del mundo de los muertos, o pertenecían a alguna subclase de muertos. Las “banshee”, cuyo nombre irlandés o galés significa “mujer hada”, son descritas como fantasmas o heraldos de la muerte. El “Muchacho sin cabeza de Hilton”, aunque se lo representa como un niño asesinado, también es descrito como un fantasma que ronda por las casas, igual que algunos duendes (los brownies).
Una de las leyendas cuenta que un hombre atrapado por hadas advirtió que cada vez que miraba fijamente a una de ellas, esta tomaba la forma de un vecino suyo que estaba muerto. Esta era una de las visiones más comunes entre los que creían en las hadas aunque muchos de los que informan sobre estas cuestiones lo hacen con mucho recelo.
Otra de las convicciones existentes sostenía que eran una raza inteligente, distinta de la humana y de la angélical. En la alquimia sobre todo eran personajes elementales, igual que los gnomos y las sílfides, como fue descrito por Paracelsio. Sin embargo, esto es poco común en el folclore, los relatos más populares son aquellos que describen a las hadas como criaturas del aire.
Una tercera creencia mantiene que eran una especie de angeles degradados. Un relato popular cuenta que, cuando los angeles se rebelaron, Dios ordenó que se cerraran las puertas del cielo; aquellos que aún estaban allí, continuaron siendo angeles, los que fueron al infierno se convirtieron en demonios, y los que quedaron en el medio, se transformaron en hadas , ya que no eran suficientemente buenas para el cielo pero tampoco tan malas como para ir al infierno. Esto puede explicar la tradición sobre el “diezmo” o impuesto que le tenían que pagar al averno; al ser angeles caídos, por más que no sean diablos, están sujetas al demonio .
Un cuarto parecer decía que las hadas eran demonios en su totalidad. Esta creencia adquirió mucha fuerza con el crecimiento del Puritanismo. El duende (o trasgo), que alguna vez había sido un espíritu hogareño amistoso, se convirtió en un ser malvado. Todo lo que tuviera relación con las hadas era considerado brujería en algunos casos, y castigado como tal en esta época. La separación de estas acusaciones de maldad puede ser la razón por la que Oberon, en “Sueño de una noche de verano”, aclaró cuidadosamente que ni él ni su corte temían a las campanas de la Iglesia.
Su naturaleza angélica era menos creída que la convicción de que eran los muertos, pero igual encontró popularidad, en especial en los círculos teosóficos. Una creencia poco común era aquella que aseguraba que las hadas eran humanas; un relato cuenta cómo una mujer escondió algunos de sus hijos de Dios, y luego los buscó sin encontrarlos, ya que se habían convertido en las personas escondidas, o hadas .
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